La solución es Dios

Fotograma del mundo hoy. La amnesia. El enfriamiento de las ideas. El desierto espiritual. Una pandemia de los durmientes que lleva a la muerte.

Las ideas nocivas han prevalecido, la historia ha premiado a los cobardes. Deportes sin juego limpio, política sin honor, vino sin alcohol, ciudades sin belleza. El pensamiento único, la verdad única, la ciencia única y el poder único. La mitología científica del comunismo. Con dinosaurios tan imponentes disputándose cuerpo, mente y alma de los hombres desde hace al menos tres siglos, no hay virtud alguna en permanecer ingenuos respecto del valor que hoy se le da al ser humano. 

Son consecuencias naturales de la elección de prescindir de Dios, como si nosotros supiéramos mejor. El orden de los valores, invertido. El ser humano se ha alejado de su propósito de conocer a Dios y cultivar la virtud, el bien y la belleza, y ha aceptado la indigne alternativa de ser un personaje no jugable en un cínico juego de ingeniería social. Jóvenes y también las doncellas, los viejos junto con los niños, es hora de recordar lo que somos: hijos de Dios.

Estamos viendo en todo su esplendor al “hombre nuevo” materialista y cientificista: burócratas, agentes de propaganda y carceleros vocacionales de sus propios hermanos, viviendo en pisos apilados, claustrofóbicos y viendo desde su ventana el salón del vecino de enfrente. ¿Por qué si no estarían nuestros hijos institucionalizados desde los 3 años hasta los 20, sometidos a un programa de instrucción absurdo y cada vez más abiertamente perverso, incoherente y falto de rigor académico, para luego salir preparados para ningún oficio del mundo real? Eso sí, conocedores en gran detalle de minucias intrascendentes de los productos de la industria del entretenimiento, que los lleva calle abajo a lo vulgar, la fealdad, la pornografía, las addicciones. Toda una obra maestra de atontamiento que no perdona edad, raza, sexo, religión, capa social o capacidad intelectual, cuyo efecto es crear esclavos de baja manutención.

Nihil Novum. Ochenta años después del experimento de deshumanización llevado a cabo por el régimen nacional socialista en Alemania, que creó ciudadanos de segunda bajo la tutela cientificista de las instituciones sanitarias, nos encontramos repitiendo los mismos errores. Si pensábamos que éramos mejores, en 2020 hemos sido testigos de una segunda parte a escala global, unos ciudadanos que auto-invitaban el atropello de las libertades fundamentales y participaban voluntariamente en la caza de hombres, en nombre de una idea de bien colectivo impuesta por los poderes políticos con las armas de la propaganda y la censura. Los alemanes enjuiciaron y pagaron deudas astronómicas. No así los comunistas y los globalistas, señal clara de que son ellos los vencedores.

Este mismo es el panorama en el que le ha tocado vivir a la Iglesia de hoy. Sus hijos también sufren los efectos de la confusión, de la división, de los Diktatos, de la caza de brujas del Régimen instaurado. Una sola Iglesia y numerosas fuerzas centrífugas, escándalos que gritan al cielo, una feligresía que se identifica como ciudadana del mundo antes que del Castillo interior, Príncipes de alta manutención y sacerdotes pobres, solos, menos valorados, cuando no directamente cancelados. Tanta traición a Cristo, tanta escasez de alimento espiritual.

Enseñaba un obispo, hoy beato, encarcelado por el régimen comunista del Centro de Europa, cuando los compañeros de celda le preguntaban esperanzados si fuera posible que vinieran “los Americanos” a librarlos del comunismo, que la verdadera vida son los Sacramentos y la verdadera libertad, la libertad interior. 

La solución es Dios. 

Dios en primer lugar en la Iglesia, Dios en primer lugar en nuestra vida y Dios en primer lugar en el mundo.